La ganadería argentina 2010-2014: Un panorama sobre su contexto histórico

El período analizado se caracteriza por profundas perturbaciones provocadas por una conjunción de adversidades climáticas y políticas. La combinación de insuficiencia de lluvias e intervención gubernamental presionando los precios a la baja puso fin a lo que parecía una reversión de la tendencia declinante del sector, iniciada a mediados de la década de 1970, tendencia que se inició con el cierre primero y la limitación después de las importaciones de carnes por parte de la Comunidad Económica Europea. La sequía de 2008-2009 provocó una mortandad de hacienda estimada en 800.000 cabezas y una reducción de 3,8 millones de terneros en la parición de 2009 respecto de la de años anteriores, debido a la pérdida de preñez ocasionado por el fenómeno climático (Rearte, 2011). Por ambas razones se perdió alrededor del 8% del rodeo vacuno. Mientras esto ocurría, el Gobierno Nacional continuaba con su política de intervención en los mercados ganaderos tendiente a mantener deprimido el precio y la faena superaba, en 2009, los 16 millones de cabezas, una magnitud nunca observada en los 30 años precedentes que representaba casi el 28% de las existencias ganaderas de 2008.

 

Cabe señalar que, aunque con grandes fluctuaciones anuales, la tasa de extracción anual calculada sobre el stock de año anterior presenta, desde hace décadas, una tendencia estable a estar por debajo del 25%. La tasa observada en 2009 constituyó un verdadero record. Ello permitió que el consumo anual per cápita se recuperara a niveles de principios de los años 90, alterando la persistente tendencia a la reducción del consumo de carne vacuna en la Argentina que se advierte en el período de cuarenta años.

 

Al mismo tiempo que el consumo aumentaba, se permitió que las exportaciones también aumentaran, en un contexto general de mejora del precio de la carne vacuna exportada y necesidad de divisas por parte del Banco Central. En 2009 el tonelaje exportado se aproximó al máximo alcanzado poco antes de que el Gobierno comenzara a intervenir para limitar las exportaciones y orientar el producto hacia el mercado interno.

 

El resultado de estos factores fue una caída de las existencias en más de 9 millones de cabezas entre 2007 y 2010, que finalmente terminó presionando sobre el precio del ganado. Sin embargo, es difícil saber en qué medida el aumento del I.N.M.L. (Indice Novillo Mercado de Liniers) fue resultado de la operación de las fuerzas económicas y en qué medida lo fue de un debilitamiento (forzado por las circunstancias) de la decisión gubernamental de mantener el precio relativamente bajo.

 

El aumento del consumo en 2008 y 2009 ocurrió a pesar del aumento de precio al consumidor (PC) en términos reales (PC real) de la carne vacuna, que proporcionó a algunos sectores de la cadena productiva (manufactura y comercialización) la posibilidad de aumentar sus precios en relación con el del ganado. Esto es lo que se infiere del aumento de la relación entre el precio al consumidor y el I.N.M.L.. Dicha participación se derrumbó con el aumento del precio del ganado a partir de febrero de 2010, pero inmediatamente recuperó su movimiento ascendente, a pesar de que el precio de la carne en términos reales se redujo durante 2012 y 2013.

La relación entre los indicadores de los precios de la carne al consumidor (PC), del ganado para faena (I.N.M.L.) y del ganado de invernada (PIR), homogeneizados mediante números índices de los mismos con base 4º trimestre de 2009, revela que apenas después de la corta bonanza de 2010 hubo una recomposición de precios relativos que absorbió las mejoras obtenidas por las actividades ganaderas, hasta que desaparecieron completamente a mediados de 2013. Luego hubo una ligera mejora que parecía estar desvaneciéndose a fines de 2014.

 

Los fenómenos descriptos se entienden mejor considerando un contexto más amplio, en el que la intervención gubernamental en los mercados juega sin duda un papel a partir de los primeros meses de 2006, especialmente en el período inicial en que las autoridades de Comercio Interior parecían tener la mayor confianza en su capacidad de regular a su arbitrio los precios y manipular la producción. No  obstante, el nivel absoluto del precio real de la carne al consumidor también parece jugar un papel *.

 

*Quienes requieran más información sobre este punto pueden solicitarla vía mail a prensarosgan@bcr.com.ar

Este trabajo fue realizado por el equipo del Instituto de Investigaciones Económicas e Instituto de Investigaciones Teóricas y Aplicadas en Estadísticas de la Facultad de Ciencias Económicas y Estadísticas de la Universidad Nacional de Rosario. Coordinadora: Lic. María Lidia Woelflin. Investigadores: Dr. José Luis Pellegrini, Lic. María Fernanda Ghilardi, Lic. Lucía Andreozzi y María Victoria Scarione.