La ganadería argentina en el juego de la tijera

Argentina como siempre tiene la virtud de mostrarnos las dos caras de una moneda, haciéndonos muy difícil encontrar ejemplos donde el conjunto de los actores de un sector pueden en un esquema asociativo poner en marcha el modelo ganar – ganar. Casi como una profecía para que unos ganen otros tienen que perder, convirtiendo en algo muy difícil la aplicación de un criterio asociativo donde se pueda desarrollar un modelo virtuoso.

 

El sector frigorífico de nuestra cadena de ganados y carnes vive la dicotomía de una situación relativamente favorable para aquellos dedicados a la faena con destino al consumo y la agonía de un sector exportador que ve la zanahoria del progreso a la vuelta de la esquina pero que hoy le cuesta sobrevivir. Podríamos pensarlo como en un juego de la tijera, donde los dos filos van por separado, cruzados, con un punto de unión pero no juntos. Así en uno de los filos está la caída del valor del cuero, los subproductos y en el otro filo la casi nula exportación. La tijera es el mejor ejemplo desde donde un punto de equilibrio permite mover sus manos en sentido contrario, donde su función de cortar es la mejor representación de un objetivo que busca separar las partes, pero la inteligencia para el futuro es saber soldar cada una de la heridas elaborando un proceso de unificación de fuerzas detrás de un objetivo mayor que es volver a convertirse en un supermercado del mundo.

 

El daño causado por la apuesta de privilegiar el mercado interno a costa de la exportación ha sido una visión cortoplacista que sus costos no pueden medirse solo en dólares sino en el intangible más importante que es dejar de ser un proveedor confiable del mundo. Los espacios cedidos a nuestros vecinos como Uruguay y Paraguay no se resuelven de un día para el otro, solamente el incremento de la demanda internacional de carne y la inexistencia de otros proveedores nos permitirán recuperar el espacio cedido.

 

La tarea más importante en los próximos años es asumir el concepto de la cadena en un formato global, donde las limitantes de cada uno de los sectores son una restricción del progreso de todos. En este momento, que Argentina mantenga una tasa de parición del 60 % del rodeo de madres no es solo una pérdida para el criador, es una faltante de hacienda para los frigoríficos y para la cadena de comercialización; que subsista un doble estándar en la industria frigorífica donde algunos se ajustan a las estrictas normas sanitarias e impositivas y otros convivan con la ilegalidad no es una pérdida para la competencia entre frigoríficos, es un riesgo para la salud de la población y las normas internacionales del sector.

 

Debemos acercarnos a un modelo de inclusión donde cada una de las partes muestren su mejor potencial para beneficio global, donde el criterio asociativo permita potenciar las sinergias de los sectores buscando un nuevo punto de equilibrio. La ganadería debe ser el ejemplo de políticas activas que busquen darle mayor competitividad. Es imprescindible tener ratios productivos mejores en todos los eslabones de la cadena, donde no solamente el sistema de confinamiento muestra altos niveles de productividad, sino que el criador, recriador y la industria frigorífica deben modificar positivamente sus estándares de calidad.

 

Existen pocos productos que podemos decir tienen una colocación asegurada y con buenos precios para las próximas décadas, podríamos decir que estamos en el lujar justo y en el tiempo exacto*.

*Este artículo fue escrito por el director Ejecutivo de Rosgan, Raúl Milano.