Los precios de la carne serán accesibles si hay mayor oferta y sustentabilidad en el tiempo

La ganadería se parece bastante a Argentina, tal vez porque es una de las producciones primarias por excelencia que nos pinta de cuerpo y alma siendo un deseo inconcluso con mucho de frustración. A principios del siglo pasado quién no pensaba que Argentina junto con Canadá y Australia eran las tierras prometidas para las cuales se auguraba un gran porvenir.

 

En lo que respecta exclusivamente a la ganadería podemos decir que su camino ha desilusionado: ni bien comenzó el barco refrigerado fuimos pioneros en el mundo en los embarques marítimos, fuimos premiados por la cuota hasta ahora más importante que es la Hilton, tenemos el rodeo de genética británica más importante del planeta, sin embargo tenemos un stock ganadero menor que hace 50 años y pasamos de ser un exportador mundial de primer nivel a un insignificante 2 % de las ventas de carnes rojas totales del planeta.

 

En primer lugar, descifrar a la ganadería forma parte de entender que debemos hacernos todos responsables de esta performance que terminó degradándonos a un papel irrelevante, cada uno lo hará desde su nivel público o privado y sabrá qué responsabilidades le toca. El fracaso de la cadena de ganados y carnes nos obliga a reflexionar para producir los cambios que garanticen un mejor destino a un producto que tiene el futuro asegurado.

 

Quienes somos actores de la esfera privada, más allá de los años de antigüedad que cada uno tenga en su historia, debemos producir cambios significativos para no repetir las experiencias del pasado. La primera idea fuerza que debemos internalizar es que necesitamos tener un criterio asociativo, que el formato de eslabones rotos que permite creer que cada uno gana cuando pierde el otro es arcaico. En el formato actual de cadena todos deben ganar generando un círculo virtuoso de trasferencia de ingresos y capacidades. La cadena debemos verla como un todo que tiene por objetivo producir las mejores carnes para este país y un mundo demandante en exceso de nuestra producción. Pero será importante que se produzca un sinceramiento de los porcentajes de apropiación de cada uno en la cadena para que se pueda garantizar un negocio para todos.

 

En segundo lugar, el formato productivo debe tomar definitivamente un modelo de trasparencia tanto económica y sanitaria que ponga en un mismo nivel de competitividad a los actores, no es lo mismo un frigorífico que trabaja todo en blanco, con los estándares sanitarios y bromatológicos más avanzados del mundo que un matadero que oculta mediante distintas acciones parte de su faena y cuyos niveles de calidad en la matanza sanitariamente dejan mucho que desear. Entender que el problema sanitario no es un problema de escala, sino que todos los actores puede atender satisfactoriamente tanto al mercado interno como a la exportación con requeridos niveles de sanidad, por lo cual la decisión de estar en regla no es un problema económico sino una decisión de maximizar utilidades a cualquier costo, aún el sanitario.

 

De la experiencia que estamos viviendo sería bueno sacar conclusiones que nos permitan pensar que llegamos a un punto de inflexión, podríamos asegurar que más abajo es difícil caer. Dependerá de nuestras acciones poder encarar un camino que tenemos asegurado si sabemos hacer lo mismo que han hecho otros países que hace 70 años estaban en la misma línea de largada. Como primera medida, debemos ser serios ya que en el mundo de los alimentos hay que ser previsible y responsable con lo que fabricamos, los márgenes de la cadena deben estar perfectamente explicitados para que dentro de las reglas de la oferta y la demanda vayan encontrando sus puntos de equilibrios. Debemos asumir la responsabilidad de no pensar que la carne debe tener un precio político, hoy existe suficiente oferta de sustitutos que garantizan una correcta provisión de alimentos, aplicar a un sector permanentes medidas de desestimulo solo logró lo contrario que es bajar la producción. Para que los precios sean accesibles lo que hay que tener es mayor oferta que es la mejor garantía de sustentabilidad en el tiempo.

 

Descifrar a la ganadería es mucho más sencillo comparativamente que otros sectores, realizando la apertura de las exportaciones y quitando sus retenciones estaremos dando un primer paso que garantizará las acciones futuras, sacando las maneas a nuestra producción las responsabilidades serán exclusivamente del sector privado, el cual deberá encontrar los acuerdos asociativos que permitan dar sustentabilidad a la cadena con estándares de eficiencia y calidad que Argentina lo tiene*.

 

*Este artículo fue escrito por el director Ejecutivo de Rosgan, Raúl Milano.